domingo, 13 de enero de 2013

Calvino

A veces me pregunto para qué hago lo que hago.
Me pregunto a quién le sirve lo que digo cuando, de espaldas al pizarrón, entro en los meandros de la historia literaria o los detalles del discurso.
A nadie, me digo, a nadie.
Pero después, los veo apasionarse, escribir o comentar, preguntar si es cierto. Ahí siento que vale la pena. Sólo ahí.
Después llego a casa y enfrento esas obligaciones académicas que elegí porque podía, porque es lo que se debe y lo que se espera de uno si eligió esta carrera.
Me gustan. No puedo negar que me gusta lo que hago pero en el fondo de mi alma hay un dejo de amargura que me agria la sonrisa...

"...c'e un'ora un cui la penna non gratta che polveroso inchiostro, e non vi scorre piú una gocia di vita, e la vita e tutta fuori, fuori dalla finestra, fuori di te, e ti sembra che mai piú potrai rifugiarti nella pagina che scrivi, aprire un altro mondo, fare il salto."

martes, 8 de enero de 2013

Im-potencia

A veces, simplemente, no puedo.
A veces el mundo es tan grande que las palabras, antes de llegar siquiera a formarse, ya se enmarañaron.
A veces, el dolor es tan intenso que una sola palabra lo define pero es incapaz de contenerlo.
A veces, la angustia arrecia y las palabras se hacen silencio o pierden los puntos de articulación y se vuelven puro vocal.
A veces, simplemente, la potencia es tan "in" que se queda en puro querer y no poder.
¿Por qué no existe la "expotencia", ese querer que sale y arrecia con el mundo?
¿Por qué nadie inventó la aguja que enhebre el hilo del discurso?
Un caballo no me serviría y no tengo reino que dar a cambio, pero qué bien me vendría un poco de ex en este día tan in.