lunes, 11 de marzo de 2013

ex-trañar

La escritura para mí es un camino de migas que auqello que se nos ha escapado va dejando tra de sí.
Por eso se me hace imposible escribir sin extrañar.
Hace mucho tiempo, en totra vida, ya, alguien me deseaba "que entrañes lo extrañado y que ames a quien te ama." sin saber que eso que se había alejado de mis entrañas era él mismo y que su propio deseo se volvería sobre sí para devolverlo a mí.
Ahora, enrtañándolo, me cuesta escribir más que nunca peroque el camino se acaracola hacia el interior de mi propia alma.

domingo, 13 de enero de 2013

Calvino

A veces me pregunto para qué hago lo que hago.
Me pregunto a quién le sirve lo que digo cuando, de espaldas al pizarrón, entro en los meandros de la historia literaria o los detalles del discurso.
A nadie, me digo, a nadie.
Pero después, los veo apasionarse, escribir o comentar, preguntar si es cierto. Ahí siento que vale la pena. Sólo ahí.
Después llego a casa y enfrento esas obligaciones académicas que elegí porque podía, porque es lo que se debe y lo que se espera de uno si eligió esta carrera.
Me gustan. No puedo negar que me gusta lo que hago pero en el fondo de mi alma hay un dejo de amargura que me agria la sonrisa...

"...c'e un'ora un cui la penna non gratta che polveroso inchiostro, e non vi scorre piú una gocia di vita, e la vita e tutta fuori, fuori dalla finestra, fuori di te, e ti sembra che mai piú potrai rifugiarti nella pagina che scrivi, aprire un altro mondo, fare il salto."

martes, 8 de enero de 2013

Im-potencia

A veces, simplemente, no puedo.
A veces el mundo es tan grande que las palabras, antes de llegar siquiera a formarse, ya se enmarañaron.
A veces, el dolor es tan intenso que una sola palabra lo define pero es incapaz de contenerlo.
A veces, la angustia arrecia y las palabras se hacen silencio o pierden los puntos de articulación y se vuelven puro vocal.
A veces, simplemente, la potencia es tan "in" que se queda en puro querer y no poder.
¿Por qué no existe la "expotencia", ese querer que sale y arrecia con el mundo?
¿Por qué nadie inventó la aguja que enhebre el hilo del discurso?
Un caballo no me serviría y no tengo reino que dar a cambio, pero qué bien me vendría un poco de ex en este día tan in.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Mapas

Me compré un auto.
Sí, señores, me compré un auto con ruedas, motor y todo.
Ahora eso sí, registro no tengo. Y como no tengo pero debo, para poder salir de esta ciudad bendita, me fui al Autódromo a practicar.
Claro que, dada la falta de registro, no fui manejando yo solita sino que manejaba mi mejor amiga, Mary.
Estábamos en eso de manejar cuando, en medio de la Dellepiane, se nos planta una lucecita con pitido y todo.
Nos miramos.
¿Será una puerta abierta?
No, boluda, si la puerta estuviera abierta nos hubiera avisado cuando salimos, no ahora.
Ah, claro... ¿el aceite?
Puede ser... o el agua.
Pero ya se calló.
Sí... bueno, si suena de nuevo paramos.
Bue...
Piiiiiiiiii Piiiiiiiiii
Che, yo paro, a ver si fundimos el motor...
Cuando uno emprende un viaje hacia Lugano, lo mejor es que no se prenda la luz de "inyección" porque si se prende, su mecánico va a estar en viaje a Córdoba y, por teléfono no va a poder decirle qué luz es esa que tan insistentemente se prende y pita desde su tablero... y, para peor, va a hacerlo justo a la altura del cartel que anuncia la intersección con la General Paz y, en ese caso, uno por prestar atención a esa luz extraña que se prende por primera vez (como todo en ese auto porque es nuevo), va a pasar de largo y, cuando empiece a sospechar que hace mucho que no dobla, ya estará en Aldo Bonzi. Aldo Bonzi es un lugar hermoso pero no tanto si uno anda perdido porque para retomar hay que conocer o maltratar un GPS para que dé las coordenadas de ubicación. En tiempos de los abuelos, hubiéramos retomado a la "buena de Dios" y que Dios nos ayudara a pegarle a la subida correcta.
No, si la tecnología no sirve para n...
Acá está, acá está. ¿Ves? Estamos acá... hay que retomar por acá.
¿Por acá? ¿estás segura?
Sí, sí, acá dice.
Bue, pero ahí también decía que no existe la avenida Coronel Roca.
...
Bue, parece que sí, era por acá nomás.
Cualqueir cosa preguntamos en el peaje..
Sí, en el peaje.
Así que ya saben, si van a practicar manejo de automóvil al Autódromo de Buenos Aires, asegúrense de llevar una buena Filcar en su bolsillo... la tecnología, entre lucesitas, pitidos y calles inexistentes, no ayuda mucho.

martes, 25 de diciembre de 2012

Navidades

Hace unos pocos años, la Navidad significaba ropa interior sexy y llamados telefónicos durante toda la noche, rezongar un poco por las líneas congestionadas y pasar la noche imaginando lo que hubiera sido pasarla junto al hombre que amaba.
Hace unos cuantos años, la Navidad era ir a la casa de mis tíos, de mis abuelos, festejar en familia y extrañar a esa otra parte de la familia a la cual nunca veía y de la cual me sentía parte. Tal vez porque aceptaban sin discutir mucho, tal vez porque eran tantos que no había tiempo de andar notando cada pequeño detalle desagradable, si algo no les gustaba sólo se alejaban.
Hace muchos más años, sin embargo, la Navidad era algo grande: era vestirse lindo y oler a jazmines, era esperar el atardecer porque sabía que llegaba ese momento en que papá ponía el auto en marcha y, finalmente, nos poníamos en camino a la casa de mis abuelos paternos donde nos esperaba una familia enorme, con primos molestos y primas a carcajadas, donde había un árbol gigante lleno de luces y adornos y un tanque australiano lleno de agua en el fondo. Al día siguiente, iríamos a festejar el cumpleaños de mi abuelo materno y la Navidad propiamente dicha a casa de mis abuelos maternos, con toda la familia, donde las cosas eran más medidas y más controladas, donde nadie gritaba y nadie jugaba mucho, donde contaba más el voladito del vestido que cuán alto podías trepar a los árboles. Tal vez por eso me gustaba más la otra parte de la familia... yo arruinaba los volados trepando a los árboles.
Sin embargo nadie me quiso nunca como mis abuelos maternos, nunca jamás tuve un hogar como su casa: el mundo podía acabarse que bastaba con subirse a un colectivo y llegar al cruce de vías inmediatamente después de la estación de trenes, todo empezaba a mejorar. Sólo me veían llegar y preparaban el té, calentaban el auto y me decían que "justo" iban a ir a Luján ese día. Entonces, me subía al auto y perdía la mirada en el paisaje que se iba transformando en campo de a poco hasta llegar. Al llegar, íbamos directamente a la basílica y, al entrar, el silencio, el fresco, la media luz... toda llenaba de paz los pulmones donde el dolor ardía a llamaradas. Ellos sabían, de alguna forma, en algún momento, se dieron cuenta de que ese lugar calmaba los males del mundo en mí.
Ahora, lejos de aquellos días en que el 24 era emocionante y el 25 era el amor, siento bronca. Hoy paso las fiestas junto al hombre que amo, viendo correr a mi alrededor a hijita que hicimos juntos, bailando y hablando vaya a saber uno qué cosa y, aún así, me duele haber perdido la sensación de que todo iba a estar bien con tan solo llegar al paso nivel que sigue a la estación de trenes.

jueves, 20 de diciembre de 2012

De cómo crear un desafío

Por lo general me sucede que siento una gran necesidad de activdiad sexual y, cuando me cuestiono por qué no la tengo, me descubro respondiendo que él no me busca.
A ese tipo de razonamientos suelo replicarme con una inmensa lista de frases de libro de autoayuda, tales como "sé vos la que inicie el contacto" o "decíselo indirectamente" o "crea el momento del encuentro". Y ahí me freno porque me doy cuenta de que si sueno como una publicidad de Quilmes es que algo no anda muy bien.
Entonces me cuestiono de verdad por qué no. Por qué no pasa nada cuando estamos juntos en el sillón o cuando estamos solos por la tarde o... Y me doy cuenta de que él sí me busca, pero no cuando yo quiero o puedo. Me doy cuenta de que me busca cuando estoy haciendo algo, cuando prestarle atención implicaría dejar de hacer lo que estoy haciendo. Durante mucho tiempo esta situación me molestó pero ayer, después de dos años, ayer, me dí cuenta de que es su manera de poner picante a una situación dada: somos marido y mujer, y buscarme cuando algo se interpone es su manera de crear un desafío.
Hoy me voy a poner a lavar los platos y, cuando venga a buscarme, voy a cubrirle la espalda de espuma de detergente y estrenar la mesada.

lunes, 17 de diciembre de 2012

La sutileza

A veces, la sutileza cuesta.
No es que uno ande por la vida en un furor constante pero sí vagamos por las calles de la ciudad restringiendo nuestros impulsos a tal punto que si hubiere una provocación, cualquiera, estallaríamos en gestos exagerados.
La sutileza su vuelve, así, una cosa extrañísima porque quién no anda por ahí teniendo bien fuerte las riendas de su deseo... ¿quién?
Es por eso que se nos vuelve casi imposible sostenerle la mirada a quien sabemos nos desea secretamente, o   hablarle a quien odiamos de labios para dentro: porque si hiciéramos el más mínimo gesto, todos los demás lo seguirían. La mirada misteriosa se volvería labios humedecidos por una leve lengua que busca aliento, ojos que se entrecierran y un cuello que se entrega a los besos... Las palabras corteses no podrían contener la ironía acompañada de una mueca delatora y un meneo desenfadado que anticiparía el cachetazo impune...
No, si yo les digo: la sutileza es muy difícil de conseguir estos días.
A veces, cuando me mira desde el mentón hasta el escote, me sonrojo, pero no lo miro. ¿Qué sería de mí si lo hiciera? Y en ese gesto de insufrible e insoportable retraída habita toda mi sutileza: quiera Dios y los astros que nunca ceda.